Hola soy Granada, me gustaría con esta página construir un muro para hacer un pequeño pantano. Un pantano en el que tengan cabida todos aquellos riachuelos que vengan aportando sus aguas, más o menos caudalosas, para que al final este pantano se vaya llenando de vida y de vidas de todo/as aquello/as que gota a gota vais haciendo subir el nivel del mismo. Todo esto es metafórico, pero así es como quiero que sintáis mi colección. Yo seré el pantano pero vosotros/as lo habéis llenado. Mil gracias.

viernes, 9 de enero de 2009

EL LEGADO

¡Hola! Aquí estoy de nuevo, un poco nostálgica, quizás por eso os contare la historia de estos dedales y de quién me los legó. Ante todo tenéis que saber que yo preferiría no tenerlos, ahora entenderéis el porqué.

Desde que alcanzo a recordar, Ángel y su familia sin ser de mi familia formaron parte de la nuestra tanto o más como el que lo es, él particularmente siempre estaba, en lo malo y en lo bueno, para fiestas y trabajo, para penas y alegrías, soltero, con muchos y muy buenos amigos y con poca familia, pues sólo tenia en el pueblo un hermano soltero como él, Agustín, y el que tenia casado y con hijos que vive fuera.

En Navidad, Año nuevo y Reyes el primero en felicitarnos Ángel, nunca le adelantó nadie, al morir sus padres, nuestra casa fue un poco la suya, para mi hijo Marcos fue un poco de todo, canguro, empalice, amigo, maestro y quien le dio los caprichos que no conseguía de los demás.

Una de sus pasiones era buscar objetos antigüos por el campo, tenia muchas cosas guardadas y me decía: Chiquilla que dedal mas antigüo me encontré el otro día, un día te lo traeré.

Una vez un poco cansada de que me diera largas le dije: ¿Sabes una cosa? guárdalos hasta que críen y no me lo digas más. Reía y cuando volvía lo repetía para hacerme rabiar, un buen día se sintió mal, le tocó vivir una dura y asesina enfermedad, luchó con uñas y dientes pero no la superó, unos días antes de morir, en su habitación del hospital, donde las visitas se agolpaban, llegamos Marcos, mi madre, mi marido y yo, acompañados de sus hermanos, ya casi sin fuerzas me dice: Chiquilla ahora que están mis hermanos aquí delante tengo algo muy importante que deciros, hice testamento y en casa tengo unas cosas para todos, para Marcos lo que el quería y para ti los dedales que tantas veces te prometí, eso sí, que como la niña también colecciona los repartís para las dos.

Yo, esforzándome por no llorar le respondí: Mira, si me dices que estás pensando en morirte y crees que vengo a recojer la herencia, salgo corriendo y no vengo más, quiero que te pongas mejor, vallas a casa y me des los dedales tú.

Entonces sonrió y dijo: Chiquilla, seamos realistas, no me queda mucho y si no ocurre un milagro no volveré, y para mí que los milagros andan escasos así que ya lo sabéis todos.

Unos días después nos dejó, y su familia cumplió su deseo al día siguiente de su despedida. Agustín nos entregó lo que él dijo y algunas cosos más para recuerdo, no es que necesitemos nada para recordarlo pero lo guardamos con muchísimo cariño.

Ya tenéis la explicacion de por qué preferiría no tener estos dedales, sería mucho mejor tenerle a él y que me hiciera rabiar con los dedales, que llegara a casa y nos acompañara en tantos momentos y seguir compartiendo con él tantas cosas. Desde donde esté tiene la certeza de cuánto le añoramos, y sonreirá cuando nos escuche decir estos dedales son el legado de "paciencia", como siempre le llamaba mi padre.

Me despido con la foto de los dedales y un fuerte abrazo. Hasta pronto.




1 comentario:

Solete dijo...

Hoy sí que me has emocionado.
:__(